sábado. 20.04.2024

Cuando la política es cosa de risa Reírse de reyes o de déspotas puede ser en...

 

Cuando la política es cosa de risa


“Cada chiste es una pequeña revolución”


George Orwell


Reírse de reyes o de déspotas puede ser en extremo peligroso: reírse de presidentes y de primeros ministros, no tanto. Aunque los áulicos de todo palacio griten y se rasguen las vestiduras, lo cierto es que la democracia y el humor viven una saludable rivalidad.

En tiempos de paz, reconocemos no sólo que nuestros líderes no son mejores que nosotros sino que, en muchos casos, son peores. Nosotros, al menos, nos ocupamos de lo nuestro y vivimos de manera honesta; ellos, por su parte, se arrojan voluntariamente al remolino de la política, ¿con qué propósito? ¿Para obtener poder? ¿Gloria? ¿Dinero? ¿Fama? Nosotros tenemos la sospecha, tal vez errónea, de que, sea cual sea la razón, debe ser maligna. Algunos políticos pueden estar motivados por la Gran Visión, otros por el Fervor Moral y otros más por una Ambición Feroz, pero hay una cosa cierta: todos quieren trepar hasta el último peldaño de la resbaladiza escalera del poder para controlar las cosas y darles órdenes a los demás.


Teniendo en cuenta el hecho de que el sistema es tan encantadoramente absurdo, las payasadas de nuestros representantes elegidos resultan un espectáculo divertido, no nos queda más que reírnos de la política.


Cuando uno observa una caricatura típica del siglo XVIII aún desde la vulgaridad de nuestra época, queda horrorizado de ver el gusto que sentían los artistas al representar a los grandes políticos defecando, orinando, fornicando, siendo destripados o sufriendo de flatulencia. 

Como dice el clásico chiste soviético, un policía secreta le pregunta a otro: “Entonces, ¿usted qué piensa del gobierno?”. Su colega mira a su alrededor antes de responder: “Lo mismo que usted, camarada”. Ante lo cual el primer policía declara: “En ese caso, es mi deber arrestarlo”.



Fragmentos del artículo de Alexander Rose,  www.elmalpensante.com

Cuando la política es cosa de risa