jueves. 25.04.2024

Según opina D. Fernando Zunzunegui (Abogado especializado en regulación financiera), la eliminación del dinero en efectivo parece inevitable. El Banco Central Europeo ya ha decidido dejar de emitir billetes de 500 euros. La excusa es que este medio de pago es utilizado para la evasión fiscal y la financiación del terrorismo.

Lo cierto es que la eliminación de los billetes en manos del público es un requisito crucial para aplicar una política monetaria basada en tipos de interés negativos. Esta política supone cobrar por tener el dinero en el banco. La posibilidad de retirar del banco los fondos depositados cuestiona su efectividad. De hecho, los bancos están retrasando el cobro a los depositantes ante el temor de retiradas masivas de fondos. Muchos clientes ante el anuncio del cobro por la custodia podrían decidir sacar el dinero del banco y guardarlo en una caja fuerte. En estos momentos todavía pueden optar entre tener el dinero en el banco o en su casa. No son libres de tener cuenta corriente, pues las relaciones de pagos con la administración deben estar domiciliadas, pero todavía pueden sacar el dinero del banco. Pero esta libertad condiciona la política monetaria y la solución más directa es prohibir el efectivo.

«Muchos clientes ante el anuncio del cobro por la custodia podrían decidir sacar el dinero del banco y guardarlo en una caja fuerte» Los bancos centrales tienen la vocación de controlar la economía. Quieren imponer su política. Pero el efectivo en manos del público impugna su poder. Por esta razón se opta por la prohibición del efectivo.Esta medida delimita el derecho de propiedad, afecta a la libertad y constituye una grave amenaza a la intimidad. En dos palabras es inmoral. Se opone a las buenas costumbres.

La desaparición del efectivo consolida el monopolio de la banca sobre el dinero y abre las puertas al control de la economía por parte de los bancos centrales, triunfo definitivo de la financiarización.

Tiene sus ventajas y sus inconvenientes:

-Con la prohibición del efectivo se elimina el riesgo del contagio de las crisis bancarias.

-Se acaba con el riesgo de retiradas masivas de depósitos. En ese ámbito, tan solo se permitirá el traspaso de fondos entre entidades del sistema.

-No habrá fugas. Todo bajo control, incluso los gastos menores de las familias.

-Todo pago será rastreable. Desaparece la intimidad en la economía doméstica. No menos preocupantes serán los efectos sobre el dinero como reserva de valor.

-Se podrá gravar el ahorro con absoluta facilidad.

-La devaluación de la moneda será automática. De este modo la banca central podrá penalizar el ahorro e imponer el consumo.

-Los más perjudicados serán los más vulnerables. Los sin techo, no bancarizados, caerán en la absoluta exclusión social. Con el efectivo no hay exclusión financiera. Su uso es universal, no excluye a nadie. No hay nada más rápido y cómodo que pagar el café con una moneda.

-Es probable que la sociedad civil reaccione volviendo al trueque. Con el fin de preservar las libertades se desarrollarán portales de permuta al margen del sistema de pagos.

-Las monedas virtuales pueden ser otra alternativa al monopolio bancario si sobreviven a los intentos de colonización por parte de las autoridades monetarias.

Todavía estamos a tiempo de rectificar. En Suecia, una de las sociedades con más intensa eliminación de los pagos en efectivo, ya se ha dado la voz de alerta. Su banco central ha recordado el derecho al efectivo y la obligación de los bancos de facilitar servicios de pagos no digitales promoviendo una ley que garantice el derecho al uso del efectivo. No es una propuesta contra los avances tecnológicos. Es una propuesta a favor de la libertad. Es legítimo salir del sistema y no utilizar los servicios que ofrece la banca. La prohibición del efectivo supone fijar por ley el carácter forzoso de los depósitos bancarios y el correspondiente servicio de caja. Es una medida contra la libertad económica.

Turbulencias bancarias.

Tras el referéndum en el Reino Unido los bancos italianos han sido los que se han llevado la peor parte. Muy debilitados a causa de las numerosas sombras que se ciernen sobre el verdadero estado de salud de sus balances, las entidades trasalpinas han sufrido el rechazo generalizado de los inversores hacia un sector bancario europeo en horas bajas. Pero también les han pasado factura los temores de ver cómo la salida del Reino Unido de la UE puede pesar sobre el crecimiento europeo y poner palos en las ruedas de una economía muy debilitada desde hace más de una década.

La situación es delicada y algunos agoreros ya ven una nueva crisis de deuda soberana a la vuelta de la esquina. Y esta vez el protagonismo no recaería en una pequeña economía como la griega, sino que estaría involucrada la tercera economía de la zona euro. Si bien no podemos descartar este escenario, nosotros lo vemos como algo improbable. Sanear el balance de los bancos italianos podría costar unos 40.000 millones de euros, una cifra elevada pero que sólo representa el 2,5% del PIB del país. Además, Italia dispone de medios a su alcance para llevarlo a cabo y a día de hoy es capaz de financiarse a tipos particularmente bajos (0,3% a 5 años y 1,3% a 10 años).

El problema es más bien político: según las actuales reglas de la Unión Bancaria, un Estado no puede salir en ayuda de un banco si los accionistas y acreedores no han apechugado antes con las pérdidas. Ante la amenaza de ver como sus inversiones desaparecen, los inversores acuden en tropel a la puerta de salida para vender sus acciones. Y no sólo en Italia sino también en otros lugares europeos donde los bancos presentan debilidades (Portugal, España…). Serían así las propias normas europeas las que podrían provocar un efecto dominó y una crisis sistémica en el sector bancario.

A día de hoy, el estado de salud de los bancos europeos sigue sin ser favorable, aunque según las cuentas publicadas algunos de ellos merecen incluso un consejo de compra a largo plazo. Nosotros, sin embargo, no ponemos la mano en el fuego por ninguno, porque no sabemos a ciencia cierta lo que esconden en el armario. De ahí que usted, como buen padre de familia, no debería tenerlos entre sus inversiones. Además, los problemas de los bancos italianos, españoles, portugueses, así como franceses o alemanes, pueden acabar afectando tarde o temprano a los contribuyentes de estos países, acentuando la presión de unas cuentas públicas ya deterioradas. Con los riesgos de tal escenario, las obligaciones estatales resultan cada vez menos interesantes. De ahí que la semana pasada redujéramos el peso de las obligaciones españolas en nuestras carteras.

Amados lectores, solo apetece piscina o playa, pero calor lo que se dice calor, lo pase en las Vegas en una convención inmobiliaria de Realtor. Os dejo una foto con mi amigo Fernando Ervíti, organizador del evento.

| Gonzalo García Vázquez

Experto financiero & Inmobiliario

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EL FIN DEL DINERO EN EFECTIVO