viernes. 19.04.2024

El falangista al que Franco mandó fusilar

CARICATURA NARCISO Narciso Perales Herrero -quizás el mejor amigo que tuvo Juan José Domínguez, que sentía hacia él un afecto filial- había nacido en La Línea de la Concepción el tres de septiembre de mil novecientos catorce, fecha en la que Nuestra Santa Madre, la iglesia, celebra la fiesta de san Gregorio Magno y, además, recuerda a los santos Aigulfo, Crodogango, Macanio y Rimagilo.

Perales fue un médico falangista y antifranquista que se casó con Justina Rodríguez de Viguri, falangista como su esposo. Luchó contra el capitalismo. Dirigió FE y estuvo al frente de varias organizaciones en Sevilla, Granada ,Logroño y Alicante

Es Palma de Plata de la Falange y fue fundador con carné número cinco, firmado por José Antonio, de la Falange de Sevilla. De aquella Sevilla en la que se cantaba: "Arriba trabajadores/ luchemos por la igualdad / viva Sevilla la Roja/ viva Lenin y Carlos Marx"/.

Nombrado gobernador civil de León en 1941, dimitió a raíz de la sentencia de muerte de Juan José para reorganizar la Falange auténtica, desde posiciones antifranquistas.

Parece ser que intentó volar el Peñón de Gibraltar con explosivos -según cuenta el periodista Manuel Barrios- y los ingleses lo acusaron de ser jefe del complot y por ello fue arrestado siete meses en un cuartel del Campo de Gibraltar. (Perales, a lo que parece dirigía el comando que durante la IIª Guerra Mundial tenía como misión preparar la voladura del Peñón de Gibraltar. Uno de los falangistas gibraltareños recuerda que tiene un primo en él y delata la operación. Las autoridades inglesas detuvieron a uno de los componentes del comando -Luis López Cordón Cuenca- y lo ahorcaron).

Durante el franquismo fundó Alianza Sindicalista, una organización que estaba entre CNT y Falange también el Frente Sindicalista de Trabajadores y el Frente Sindicalista Revolucionario.

Perales se había iniciado en la actividad política a los diecinueve años, en 1933, de mano del Movimiento Español Sindicalista -MES- fundado por José Antonio adonde llevó a Juan José.

Con motivo de las elecciones a diputados del 12 de noviembre de mil novecientos treinta y tres, a las que concurrió José Antonio por la provincia de Cádiz y a resultas de un acto electoral en San Fernando en el que murió una persona, acompaña al abogado madrileño al mando de una escuadra de la recién nacida Falange Española, para protegerle durante el resto de la campaña en cuya escuadra estuvo acompañado por Juan José Domínguez.

En mil novecientos treinta y cinco, pasa al SEU -Sindicato Español Universitario- dada su condición de estudiante, participando en numerosos actos de propaganda y acciones que solían acabar en batallas campales, lo que supone a la Delegación de Falange en Sevilla ser una de las más activas de toda España soportando frecuentes asaltos y siendo clausurada por la autoridad judicial y recibiendo numerosas multas.

Quizá el hecho más importante en el que tomó parte Narciso Perales -junto con Juan José- fueron los sucesos de Aznalcóllar.

El veintinueve de abril de mil novecientos treinta y cinco, cuatro falangistas sevillanos se dirigen, desde la capital al cercano pueblo de Aznalcóllar, situado entre la campiña del Aljarafe y la Sierra Norte, a 36 kilómetros de Sevilla, atravesada por los ríos Los Frailes, Crispinajo y Agrio para difundir y vender el número 6 de la revista Arriba.

Un centenar de miembros de la extrema izquierda, indignados, obliga al grupo a marcharse precipitadamente del pueblo; se habían producido discusiones entre ellos y los falangistas, resultando apuñalado Adrián Irusta.

Pablo Gutiérrez Tagua que estaba al frente de los falangistas da cuenta de los hechos a Sancho Dávila, jefe falangista en la capital bética y preparan una excursión nocturna de dos escuadras al mando de Martín Ruíz Arenado y Manuel García Míguez, perito industrial, nacido en Galicia.

Salen de Sevilla a las seis de la tarde , de la cervecería Madrid , tres automóviles de alquiler con falangistas, entre los que estaban Narciso Perales y Juan José Domínguez y diecinueve escuadristas más. Al llegar a Aznalcóllar Martín Arenado ordena a los chóferes que permanezcan en los coches, a la salida del pueblo, junto a dos escuadristas de guardia, mientras los restantes avanzan hacia el centro del pueblo. Diez llevan pistola y el resto vergajos y porras y comienzan a despejar la calle principal. Los falangistas vocean Arriba. Dos guardias municipales informan al alcalde de los hechos y este avisa a la Guardia Civil.

Entre tanto se había producido una refriega que duró más de dos horas en la que, debido a una pedrada, certeramente dirigida, cae al suelo Manuel García Míguez, siendo rematado en el suelo, por un disparo a quemarropa. El autor del disparo también muere a causa de un tiro. Otra piedra abate a Francisco Moreno y Martín Ruíz, entonces, ordena a sus compañeros, armados con porras que evacúen al herido. El saldo, finalmente es de dos muertos y cinco heridos.

Cada vez más acosados, los falangistas hacen una descarga al aire y comienza un furioso tiroteo. Ruíz Arenado y los suyos tratan de alcanzar los coches. Aparece en aquel momento la Guardia Civil que pone fin a la refriega. (Hay quien afirma que, mientras esto sucedía Juan José Domínguez arria, entre disparos, la bandera republicana de la torre de la casa del pueblo).

FOTO Nº40 ANTONIODespués de la retirada de Aznalcóllar, varios falangistas fueron detenidos en Sanlúcar la Mayor y encarcelados. En el juicio son defendidos por José Antonio. Se les acusa de homicidio y el fiscal pide catorce años de prisión para cada uno. El día cinco de octubre de aquel mismo año son condenados, tres de ellos, a dos años y once meses de cárcel y absueltos los demás.

Un mes más tarde, José Antonio, en Córdoba -leemos en Arriba- dice en un discurso en el Gran Teatro: "...en estos días han muerto dos camaradas magníficos. Uno de Salamanca y otro en Aznalcóllare y mientras estamos reunidos aquí, trece de los nuestros sufren cárcel e n Sanlúcar la Mayor...".

Como colofón a la tragedia, hay que añadir que uno de los chóferes fue asesinado días después y que el cadáver de Manuel García Míguez, fue llevado al cementerio municipal de Aznalcóllar en el carro de la basura del pueblo, siendo sometido a vejaciones e insultos y se comenta que, incluso, una mujer bailó un tango sobre la losa que cubría sus restos. (Continuará)

Antonio Esteban

La verdadera historia de Juan José Domínguez- Capítulo IV