jueves. 25.04.2024

Llega junio. El ecuador del año. El mes del verano, del solsticio estival y de las vacaciones de los chavales.El calor empieza a apretar en nuestra región y las grandes ciudades inician poco a poco su descongestión a la vez que los pueblos periféricos, y las urbanizaciones, aumentan de población, de actividad y de vida. Al principio sólo los fines de semana. Después, y paulatinamente, cada día del mes.

Y los alcaldes y concejales están de enhorabuena porque, en esos períodos, pueden lucir los espectáculos y programas que han planeado durante todo el año, para regocijo de sus conciudadanos y de quienes van a visitarlos durante el estío.

Esto ha ocurrido siempre, al menos en las últimas décadas. Pero en 1982, el ministro francés de Cultura –Jack Lang– tuvo la genial ocurrencia de aprovechar el día más largo del año para sacar la Música a la calle. Lo hizo por el buen tiempo, por el significado de la luz que nos trae San Juan a todos, y sobre todo porque, en esa fecha, los músicos de Conservatorios y Escuelas de Música están ya de vacaciones (al menos aquellos que no tienen ninguna pendiente).

Esa jornada dio en llamarse “Día de la Música”. Primero, fue francés. Rápidamente se hizo “Europeo” y, desde 2006, se celebra en casi ciento veinte países, transformándose de facto en el “Día Internacional de la Música”. Los músicos salen a la calle, dispuestos a compartir su savoir faire artístico con cuantos quieran escucharles. Las melodías de todo tipo invaden parques y jardines. Depende de la sensibilidad del regidor de cada lugar el que, en esa fecha, haya más y mejores ayudas y mayor o menor difusión. Pero, en general, no hay ciudad destacada del mapa que no celebre el 21 de junio al son de Mozart, Los Beatles o Justin Bieber.

Hace unos días, en el Campo Grande de Valladolid, comentaba con un testigo inequívoco del panorama musical de Castilla y León de las últimas cinco décadas, el exponencial despegue que ha experimentado la música en ese mismo tiempo y, sobre todo, el incremento del número y el talento de nuestros músicos. Decíamos que ya no es raro que nombres y apellidos españoles ocupen las plazas de las mejores orquestas del mundo. Ni que, esos mismos ‘Jáureguis’, ‘Vidales’, ‘Morenos’, ‘Blancos’ o ‘Paúles’, triunfen en los carteles donde otrora brillaban apellidos con tres o cuatro consonantes seguidas. Así, en contraposición con los primeros años de esta propuesta de Día de la Música (que tardó más de quince año en llegar a España y casi dos décadas en consolidarse en Valladolid), cada vez es más fácil encontrar estudiantes y músicos aficionados o profesionales con talento y empuje suficiente como para sentarse en plena calle y hacer sonar sus instrumentos.

Este año lo harán en coincidencia con el XXV aniversario de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Su primer gerente fue, por designación del entonces consejero León de la Riva, el médico-internista del Clínico Carlos Rubio. En una entrevista concedida a los medios en los últimos días, reconocía que tuvo dificultades a la hora de completar las filas de la orquesta regional en 1991, porque los músicos españoles –y cito textualmente– “no tenían un nivel muy alto”. De hecho, de la antigua orquesta ‘Ciudad de Valladolid’, afi rma, “sólo seis consiguieron plaza”. Los demás seleccionados fueron mayoritariamente jóvenes ilusionados que podían escapar, al fin, del otro lado del Telón de Acero y asentar su vida en un país libre y próspero. Gracias, entre otras cosas, a todo aquello, una nueva generación de españoles puede hoy igualarse a sus homólogos europeos e, incluso, competir en buena lid allende nuestras fronteras. Como lo hicieron aquellos que, hace un cuarto de siglo, se convirtieron en los músicos de Castilla y León. ¡Gracias por hacerlo posible!

|ERNESTO MONSALVE

Director de la Joven Orquesta Sinfónica de Valladolid

http://www.elperiodicodecastillayleon.com/

Llega junio, el mes de la música