viernes. 19.04.2024

Mi Vaticano es la tumba de John Keats.

Juan Carlos Mestre “La tumba de Keats.”

Villa Borghese es como el gran pulmón de la ciudad, un parque agradable, al que los romanos y algunos turistas van a estirar las piernas y oxigenar sus neuronas, a pasear en bici o en cochecitos de alquiler. Desde Villa Borghese se tienen magníficas panorámicas de la ciudad, sobre todo al atardecer, cuando se pone el sol.

Otra vía asociada al cine y los cineastas es Porta San Sebastiano, que está al lado de las Termas de Caracalla. En esta vía están las casas de Alberto Sordi, Mastroianni, Roberto Benigni y Anna Magnani. “En la Casa de Sordi vive su hermana porque él no estaba casado”, agrega un señor. “Y esta es la casa de Mastroianni, cuando vivía con Catherine Deneuve”, señala con entusiasmo. “Y esta es la casa de Benigni, y la otra de la Magnani”. La Vía di Porta San Sebastiano es idílica para vivir. Es como si de repente uno entrara en un bosque encantado, donde cantan las chicharras y silba el ruiseñor. La Vía Porta San Sebastiano se prolonga con la Vía Appia Antica. Si uno dispone de tiempo merece la pena darse un paseo a lo largo de esta Vía, aunque solo sea hasta la tumba de Cecilia Metella.

Uno no debe dejar de visitar, además de la Navona, las plazas del Panteón, Spagna y el Popolo.

Desde que viera la película El vientre de un arquitecto de Greenaway el Panteón es como el símbolo supremo de Roma. Uno visita este monumento como quien se adentrara en otra dimensión.

A Piazza Spagna uno va sobre todo a sentarse, en compañía de otros muchos turistas e italianos, en las Escalinatas de la Trinidad, a fumarse un cigarrillo, mientras contempla el vaivén de la muchedumbre, al tiempo que disfruta de un cielo azul despejado, comestible y protector. A uno se le antoja que el cielo de Roma siempre es azul. A esta plaza van los italianos a ligar con las guirufas, que se tienden al sol con los muslos al aire y unos escotes que provocan vértigo. En esta plaza también está la casa-museo de los poetas románticos Shelley y Keats, lo cual es otro motivo para darse un garbeo por la misma. Devotos, y aun fetichistas, de los poetas ingleses están de enhorabuena porque en esta casa-museo se pueden ver manuscritos, cartas, incluso mechones de la cabellera de Keats. Sabemos que los románticos ingleses, por lo general, se sentían muy atraídos por la capital italiana. El extraordinario clima de Roma atrae mucho a los turistas de los países nórdicos. Shelley y Keats están enterrados en el cementerio protestante de la ciudad.

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El cementerio protestante

A la entrada del cementerio hay una placa con una inscripción que reza así: “Cimitero Acattolico per gli stranieri al testaccio. Protestant Cemetery”. Está ubicado cerca del metro Pirámide, en Vía Caio Cestio, número 6, al lado de la Pirámide Cestia, en el sur de la ciudad. No resulta complicado llegar a pie, aunque uno tenga que caminar desde Estación Termini.

El cementerio es pequeño y acogedor, y desde donde está la tumba de John Keats se tienen vistas hermosas sobre la Pirámide. Al lado de Keats están los restos de su amigo y poeta Joseph Severn (fallecido en 1879). No lejos de estas se pueden ver las tumbas de Percy Bysse Shelley y su hijo William.

P. B. Shelley, quien fuera amigo de Byron, huyó a Roma con la que luego sería su mujer, Mary W. Shelley, autora de Frankenstein. En este cementerio,“el lugar más santo de Roma”, según Oscar Wilde, también está la tumba del hijo de Goethe y de Antonio Gramsci. Aunque no hay guía que te indique las tumbas no resulta complicado encontrarlas, porque están bien señalizadas, salvo la de Gramsci.Roma, como París, es también un gran cementerio o catacumba donde están enterrados insignes artistas e ilustres difuntos.

Roma Termini

Roma es una ciudad donde el alojamiento, ya sean hoteles, hostales o pensiones, no resulta barato al viajero, mochilero o turista de pocos posibles. Sin embargo, en los últimos años se ha ampliado la oferta con los hostels y los bed and breakfast. En los aledaños de Estación Termini uno puede encontrar varios de estos alojamientos. En concreto, en la Vía Palestro, número 49, hay varios hostels y bed and breakfast. Entre ellos está el Much More, cuyo gerente es Americo, un tipo simpático y amable, con quien uno ha tenido el placer de charlar. Es el Much More un alojamiento más que recomendable, no solo porque es un sitio con precios razonables, sino porque es quizá uno de los hostales más limpios de cuantos haya visto, y la atención de Americo y una señora, que es como la encargada, hacen de este pequeño y acogedor hostal un hotel de primera. Hasta tienen la deferencia de servirte el desayuno en la habitación y a la hora que les digas. Un desayuno, por lo demás, excelente. En los alrededores de Estación Termini hay mucha vida día y noche. Es una zona animada. Ya se sabe que en torno a las estaciones de tren se mueve mucho el personal, y Termini es una estación enorme.

Justo enfrente de Termini, en la Vía Marsala, número 68, hay una Tavola Calda en la que se come bien y a precios asequibles.

Trastevere

Este es uno de los barrios más pintorescos de Roma, donde hay multitud de pequeños restaurantes o tavolas caldas, que sirven comida típica. Hay un ristorante, Rugantino, en la piazza Sonnino, que sirve comida para rechuparse los dedos: lasagna al forno, saltimbocca, etc. La última vez me sirvió una chica llamada Kicca, siciliana de Catania, con un rostro de ángel. Y eso hizo que la comida fuera aún mejor.

El Trastevere conserva ese aspecto decadente, que lo vuelve romántico, íntimo. Aquí, más que en ningún otro lugar de Roma, uno se siente como en su pueblo, en su hogar. Este es el barrio donde vive o vivió el cineasta Bertolucci, así como nuestro gran poeta Rafael Alberti, quien se convirtió “en vecino de este barrio para cantarlo humildemente, graciosamente, rehuyendo la Roma monumental, amando solo la antioficial, la más antigoethiana que pueda imaginarse: la Roma trasteverina de los artesanos, los muros rotos, pintarrajeados de inscripciones políticas o amorosas, la secreta, estática, nocturna y, de improviso, muda y solitaria: (¡Ah!, quien no ha visto esta parte del mundo/ no sabrá nunca para qué ha nacido), escribió Giuseppe Gioachino Belli con orgullo. (La arboleda perdida, 2, Tercer y Cuarto libros (1931-1987).

Manuel Cuenya

Roma, capital de plazas y fuentes (II)