viernes. 19.04.2024

Vancouver y su Isla

Vancouver es una brisa marina y un olor montañoso y la sonrisa de una vendedora de pizza en Granville Street hermosa y latina, tras su inglés con acento.

En el anterior número os hablé de Canadá y me aproximé a la ciudad de Vancouver, con sus encantos naturales. Ahora quie ro mostraros sus atractivos turísticos, que como veréis no son pocos. Antes, conviene señalar que quienes decidáis viajar a Vancouver, no dejéis de visitar la Isla y su capital, Victoria, un lugar tranquilo y bello con sabor británico, donde los conejos se pasean a sus anchas por el campus universitario y gusta vivir la gente con gran poder adquisitivo. Como el caso del abogado Rusk, padre de mi amiga Karen, que tuvo la gentileza de alojarme en su casa durante un fin de semana. Para viajar de Vancouver a Victoria la mejor opción, y sobre todo la más rápida y emocionante, quizá sea la de tomar un Seaplane o hidroavión. Vancouver cuenta con lugares emblemáticos como el barrio de Gastown, donde tuvo su origen la ciudad y Granville Island, donde se encuentra el Public Market.

A Gastown suelen ir a parar los turistas en busca de souvenirs. Hay muchas tiendas a lo largo de Water Street y algunos atractivos como el reloj de vapor o Steam Clock. En Maple Tree Square está la estatua de Gassy Jack, un curioso personaje que dio nombre al barrio. Sus casas de ladrillo del siglo XIX, con sus escaleras exteriores y su ambiente, nos recuerdan al  Greenvich Village neoyorkino. El Public Market de Granville  Island es otro de los lugares de interés, sobre todo para quienes disfrutan con la gastronomía. Como en cualquier Mercado de Abastos se puede encontrar de todo, incluso chorizos y jamones de España, eso sí, identificados según la región de procedencia, y a precios algo elevados, esa es la verdad. También hay restaurantes especializados en cocinas varias, a precios más que razo nables. Y mucha animación.  A menudo hay conciertos y espec táculos callejeros. En el Downtown o centro de la ciudad hay algunos edificios singulares, como la Marine Building, un edificio de estilo Art Decó, el hotel Vancouver, que recuerda a un castillo medieval francés, la Vancouver Art Gallery, un museo de arte que destaca por la colec ción de Emily Carr; el Telus World of Science Onnimax, de cierto parecido con la Géode de París y donde se exhiben películas en 3D, que elevan la tensión de los espectadores; Canada Place, un complejo que se construyó para la Expo del 86 y que alberga, entre otros, un teatro Imax y la terminal de cruceros, que tiene forma de velero; la Public Library,  una biblioteca moderna que se meja el Coliseo de Roma y resulta muy útil para cualquier visitante o el Harbour Centre, uno de los rascacielos más altos de la ciudad, que cuenta con un mirador circular: El Lookout proporciona una visión de 360º de la ciudad y sus alrededores. En días despe jados se puede llegar a atisbar la Isla de Vancouver y algún monte en el vecino Estado de Washington (Estados Unidos).

GRAN CALIDAD DE VIDA

Aparte de un sitio encantador, como ya hemos visto, Vancouver está entre las ciudades más her mosas y con mayor calidad de vida del mundo por el espíritu tranquilo y respetuoso de sus gentes, su amplia y variada ofer ta cultural, su cosmopolitismo, su condición de ciudad portuaria y acogedora. Can I help you, Sir?, te puede decir una chica, mientras esboza una sonrisa de complicidad, al verte en apuros, mirando un mapa. En esta joven, multirracial y multicultural urbe, que da cabida a más de dos millones de habitantes, de más de sesenta nacionalidades diferentes, y donde hay un buen número de asiáticos, todo el mundo tiene cabida.  Es un lugar muy querido por eco logistas, vegetarianos y hippies, entre otros. No en balde, aquí fue donde se fundó Greenpeace, en 1971. Cierta bohemia y gusto por la Cannabis culture, así como la vida nocturna de algunas de sus calles y los hostels juveniles, recuerdan a Amsterdam. Es como una New Amsterdam, en medio de un Oeste mítico, donde los osos campan a sus anchas, y las ardillas, mapaches y corzos conviven por lo general con los humanos en un ambiente distendido y agradable. Por otra parte, hay barrios o pe queñas ciudades como Chinatown, que por momentos nos hacen creer que estamos en Ori   ente, con sus típicos restaurantes, supermercados y herboristerías. Conviene avisar a los viajeros que en las calles aledañas, como Main Street y Hastings Street, se concentra el underground de  la ciudad. Todas las ciudades, sobre todo las grandes, tienen sus ba   jos fondos, y Vancouver tampoco se salva, aunque a primera vista ofrezca un rostro pulcro, ordenado y saludable. A me nudo las estaciones de trenes y autobuses suelen convocar a los desheredados, y en esta ciudad canadiense ocurre lo mismo que en otros lugares. La Pacific Central Station, desde donde parten trenes y buses para varios sitios de Canadá, incluso para la vecina Seattle, en Gringolandia, es nuestro punto de partida. Esta estación está situada en Main Street, un Bronx relativamente tranquilo, aunque decadente, con hoteles en muy mal estado, algunos ya cerrados, donde uno tiene la impresión de estar en lugar poco seguro, entre un faunerío yonki. Pero lo peor es cuando uno llega a la esquina con Hastings Street. Aquí se concentran los “esqueletos”, algunos, ¡pobrecitos!, dan grima, de lo mal que están. Por fortuna, no parecen peligrosos, aunque de noche lo mejor es no callejear por este sitio. La calle de Hastings, hasta llegar al cruce con Cambie Street, está llena de buscadores de vida/muerte El lími te con la buena vida, por decirlo de un modo fino, acaso irónico, lo marca el café New Amsterdam,  un Coffee shop a la holandesa, visitado tanto por turistas curiosos como por aquellos que gustan de la Pot culture.  Tal vez por esto, y algunas cosas más, Vancouver tiene fama en Canadá de ser una ciudad abierta y liberal,  “menos amigable -añade  mi Karen-, que Montreal y Quebec”. ¡Pues habrá que conocer estas ciudades en el próximo destino! Mientras tanto, sigo rememorando los buenos momentos vividos en esta ciudad así como en Victoria, en la isla de Vancouver.

Manuel Cuenya

Vancouver