miércoles. 24.04.2024

El berciano Pedro González Barja supera día a día sus propios límites y nos enseña que con tesón cualquier objetivo puede alcanzarse.

angel skiEn marzo de 1990 un terrible accidente mientras realizaba el servicio militar propició que su vida diera un cambio radical. Con tan solo 18 años y mientras la mayoría de chicos y chicas están en pleno éxtasis de vida realizando miles de cosas, Pedro ingresa en un hospital donde pasará una larga temporada de lenta y tediosa recuperación de sus lesiones y de su nueva vida sobre ruedas. En esta dura etapa, Pedro tiene el apoyo incondicional de su familia, siendo uno de los pilares fundamentales para conseguir cualquier cosa y a la que siempre estará agradecido y de la cual se siente muy orgulloso.

Casi recién salido del hospital viaja hasta Barcelona para ver las paralimpiadas, porque ya tiene claro que el deporte será una parte importante de su nueva vida. En Barcelona’92 queda impactado viendo el atletismo y el baloncesto en silla de ruedas y vuelve a su querido Toral de los Vados, con muchas ganas e ilusión por hacer cosas. Con este ímpetu comienza a mover a gente y hablar con unos y con otros hasta que en el año 1997, con la idea de poder hacer un equipo de baloncesto, crea junto a otros discapacitados AMBI (Asociación de Minusválidos del Bierzo) de la cual es el primer presidente. Aunque en su cabeza el deporte está muy presente, AMBI tiene otras prioridades ya que en El Bierzo había que hacer muchas cosas por los discapacitados.

Con ese espíritu inquieto y curioso que siempre le va a caracterizar ese mismo año le proponen participar junto a un ciego, Rafael Carpintero, en la 1ª campaña de sensibilización y eliminación contra las barreras arquitectónicas. Este proyecto le llevará a recorrer todas las capitales autonómicas visitando instituciones, pabellones, edificios emblemáticos, asociaciones y otros lugares para analizar su accesibilidad. En cada capital realizan una rueda de prensa que tiene gran repercusión a nivel tanto regional como nacional. Conoce a mucha gente y se lo pasa tan bien que dos años más tarde, en 1999, vuelve a la carretera para recorrer esta vez todas las capitales de provincia.

Otra vez por El Bierzo, en su cabeza siguen rondando los deportes que vio en las paralimpiadas de Barcelona’92 y se compra una silla de ruedas para practicar atletismo. Tiene claro que el deporte es una gran herramienta para pasarlo bien y obtener satisfacciones personales de lucha y superación de tus propias metas. Inicia un recorrido por todo tipo de deportes como el paracaidismo, los quads, los Karts…, buscando sensaciones y superando cualquier limitación. Pero su gran momento no llega hasta el año 2011 cuando un amigo de León le llama para comunicarle que en el Centro de Referencia Estatal de San Andrés van a organizar un curso de esquí adaptado. Sin pensarlo dos veces se apunta a descubrir un nuevo deporte de la mano de la técnico de deportes del CRE de San Andrés, María Rubiera. En la estación leonesa de San Isidro descubre las sensaciones de un nuevo deporte. Las primeras bajadas no son nada fáciles y se cae muchas veces, pero su tesón hace que tanta veces como se cae vuelva a levantarse para intentarlo una vez más. Y es que la vida le ha enseñado que no puedes rendirte nunca, que tienes que seguir luchando una y otra vez con esfuerzo y tesón para conseguir tus objetivos, que nada ni nadie te pondrá las cosas fáciles, que vas a ser tú quién salgas adelante. Con el furor de este nuevo deporte reúne a un grupo de amigos para fundar el Club Deportivo DIBER y conseguir después de muchos años uno de sus grandes objetivos. Con este nuevo proyecto inicia la práctica de otros deportes como el tenis de mesa, tiro con arco, tenis en silla, pádel, esquí náutico… Como en la vida, el deporte te enfrenta a nuevos retos que con esfuerzo y tesón se pueden superar. Pero el esquí en silla ha calado fuerte y le tira hacia las cumbres para lanzarse montaña abajo. Y es que la sensación de libertad cuando va deslizándose le reporta una gran dosis de energía y vitalidad. Después de 24 años en silla de ruedas, Pedro ha sabido exprimir al máximo las cosas positivas de una situación traumática, y como él mismo comenta, hay muchas cosas que no hubiera hecho jamás si no hubiese estado en silla de ruedas. Su largo recorrido sobre ruedas le ha enseñado que es muy importante saber adaptarse al entorno porque pretender que el entorno se adapte a todos nosotros es una tarea muy difícil. Y es que las barreras están siempre dentro de uno mismo y no hay límites. Enhorabuena Pedro, enhorabuena amigo.

Juan Carlos Alcántara Amigo

Psicólogo

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Pedro González Barja, tesón y superación