Encuentro en Colinas del Campo

El Bierzo como imán y Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, que así se llama en verdad este pueblo singular y de nombre tan largo, como...

 

 

Encuentro en Colinas del Campo

Manuel Cuenya

El Bierzo como imán y Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, que así se llama en verdad este pueblo singular y de nombre tan largo, como espacio mítico y lugar de encuentro y reunión.

Colinas, como se conoce de un modo familiar y abreviado, es un hermoso pueblo, situado en las estribaciones del Catoute, en el agreste Bierzo Alto, un sitio en el que, llegado el caso, uno podría practicar la meditación trascendental y aun otras espiritualidades cual si estuviéramos en el Tíbet. Ya sabemos que la espiritualidad, en estos tiempos obscenos en que vivimos, no está bien vista ni tiene cabida en nuestra sociedad. Pero a uno no le entusiasma la falta de sensibilidad.

Colinas, además de una aldea coqueta -con encanto, que se dice ahora-, resulta inspiradora y entrañable. Tanto es así que aparece como escenario en una historia que escribiera hace algunos años y que se recoge en un libro de relatos (Trasmundo). Por tanto, uno se siente ligado -a través del afecto, que procura un verdadero aprendizaje-, a este pueblo de la alta montaña, que es punto de partida para alcanzar la cumbre del Catoute, hasta hace poco reconocido como el pico más alto de la comarca, aunque para uno lo siga siendo, y adentrarse en la legendaria y cinematográfica Campa de Santiago, donde da comienzo el Filandón, del cineasta berciano Chema Sarmiento, y aun en Fasgar, ya en las Omañas.

Hace unos años los representantes del Colectivo Cultural La Iguiada de Noceda del Bierzo (www.nocedadelbierzo.com), que editan una revista cuyo título es La Curuja, nos reunimos en Colinas cual si fuéramos poetas malditos en torno a algún fuego sagrado o filandón. Fue un encuentro extraordinario. Bajo la atenta mirada del Catoute charlamos, firmamos documentos, sacamos en claro algunas cosas, y sobre todo disfrutamos de la compañía, la amistad y una comida excelente. Sin duda, el Bierzo Alto atrae como un imán  y Colinas acabará convirtiéndose, a este paso, en un espacio de encuentros mágicos. Si en tiempos nos reunimos en La Cantina, recientemente volvimos a juntarnos, y el lugar elegido para la ocasión fue El Aguzo (bar regentado por Lorena), que por lo demás es el nombre de una revista que editaba el Ayuntamiento de Igüeña allá por los 80 y 90 y en la que escribían Miguel Ángel Varela, hoy director del Teatro Bergidum de Ponferrada y Benigno Suárez Ramos (conocido por su obra El Tío Perruca), entre otros colaboradores, algunos de Quintana de Fuseros. Incluso el Colectivo Cultural La Iguiada llegó a editar, antes de emprender su aventura “curujera”, su primer número de la revista bajo el nombre de El Aguzo, que retiró a resultas de la existencia de esta otra revista de Igüeña.

 

Esta vez bajo la lluvia –aunque alguno provisto de paraguas-, nos dimos una vuelta por el pueblo de la mano de Ovidio, el pedáneo, que ejerció como guía. Se nota que este muchacho ha hecho una gran labor en el pueblo, desde que se ocupa del mismo. Ovidio nos mostró varias casas, incluida la suya, algún molino y la antigua fábrica hidroeléctrica, además del taller de artesanía de su hermana. Curiosamente, las personas más dinámicas del pueblo, o eso parece, son los tres hermanos: Ovidio, Lorena y Marisol. Conversamos, reímos, leímos algunos textos de El Aguzo y disfrutamos de la compañía, la amistad y unas tapas excelentes. Hasta la próxima. Nos vemos en Colinas.