Un día en el Freakland y el Pez Bar

Desembarcamos en el Freakland de este año convencidos de repetir la buena experiencia que tuvimos el año pasado, cuando el concierto estrella protagonizado por The Dictators nos dejó con un más que grato sabor de boca. Los americanos no dejaron indiferente a nadie. Simplemente estuvo genial.

El Freakland es una apuesta segura de todas las Semana Santas. Viene gente de cerca y de lejos, grupos de aquí y de allí… hay buen rollo. Este año, como el anterior, elegimos el viernes. La jornada empezaba desde la mañana en el King Kong pero como en From dub to dub somos poco madrugadores decidimos empezar comiendo bien en La Casona. Un clásico de Fuentes Nuevas en el que la tradición se combina con buenos toques de innovación. Algo así como en el festival de música Freakland.

Bien, la verdad que también pasamos de los conciertos del Cocodrilo negro porque una siesta era obligatoria antes de los platos fuertes que nos esperaban en La Vaca: The Rhum Runners.

Presentándose como un grupo cosmopolita Franco –Belga, los sonidos sesenteros cargados de exotismo estaban más que previstos, lo mismo que su vestuario de corte marinero. ¡Su último concierto fue en París! Eso se notaba en el estilo capitalino del frontman de la banda, los gongs orientales y el informalismo elegante de su música. Versiones cercanas al ska y al jazz con ritmos cálidos, surferos, que contrastaba con la que caía fuera: Lluvia, nieve y menos de cinco grados en el exterior. Quizás por eso la afluencia del público en esta jornada del viernes fue algo menor que el año pasado. La banda sonaba muy bien, compacta y elegante como vestían sus componentes. Quizás algo tranquilos por momentos, este hecho no fue óbice para que nos dieran un buen concierto.

El siguiente directo fue el de los Lie Detectors. Los donostiarras se anticiparon en los cristales de nuestras pantallas con un sonido más garagero y agresivo. Deudores del gran Link Wray, reconocidos admiradores de los Prisioners y, contando además, con una canción titulada “Chelsea Boots” todo prometía.

Puede que a los más fanáticos del sonido garagero de la provincia les pareciera una buena banda. Lo digo a tenor de las caras de felicidad que se veían en la sala. Para nosotros, a pesar de la contundencia del sonido de estos chicarrones vascos, todo lo que vimos, que no fueron más de cuatro canciones, parecía un poco de chiste. Desde los looks exagerados de los componentes del grupo, espectaculares bigotes del cantante, a los rifts agresivos de los guitarristas. Demasiado ruido. Parecía un carnaval o una parodia más que una actuación honesta. Todo esto no quita para que demostraran entusiasmo y animaran la fiesta ¡Al final se trata de pasarlo bien!

Acabamos la noche en la zona alta, disfrutando del gusto ecléctico y la selección musical del gran César en el Pez Bar, lugar ya mítico en Ponferrada, donde From dub to dub estuvo pinchando hace poco.

Para resumir, una jornada musical de contrastes y un día fantástico. Hay que dar gracias a los organizadores del evento y a los buenos hosteleros de la ciudad como César. ¡Por muchos Freakland!

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