miércoles. 24.04.2024

Si viajas a Salamanca, y cuentas con algunos días, no dejes de visitar la bella localidad de Alba de Tormes, impregnada de santidad. Aquí hallarás, entre otras maravillas, un milagro en vivo y en directo: podrás presenciar, incólume uno e impertérritos ambos, el brazo incorrupto y el corazón (al parecer partido) de Santa Teresa de Jesús.

Viví durante algún tiempo en la capital charra y había oído mucho acerca de Alba de Tormes, pero nunca la visité, hasta que, transcurridos algunos años, por fin logré arribar a esta singular población, que se me hizo destino teresiano, y aún lugar de peregrinación espiritual, laica, trotamundística… Hay que conocer mundo. Vete por el mundo “alante”, que el mundo te curtirá, decía Pachín, que era un sabio nocedense, “ínana, yo ver mundo”, soltó otro paisano mientras cruzaba el Pajares (o algo por el estilo).

Tanto tiempo en Salamanca (bueno, tampoco fue tanto) y nunca me acerqué a la tierra donde reposa la Santa Teresa. Y eso que tuve intenciones… pero cuando uno es estudiante, y joven rebelde, se la pasa nomás de a muertito, que dirían los cuates aztecas, viendo fluir el tiempo en rosa, bajo algún puente o soportal impregnado de amor o carnalidad sagrada, o algo tal que así…

Pues al final, en mi último viaje a la capital charra, me aventuré (esto es un decir) a “allegarme” a la ciudad de los Duques de Alba -castillo incluido-, que luce como una estampita a lo lejos, en este caso, Alba de Tormes sobresale pictórica, cual un cuadro de Vermeer, desde el puente medieval.

Si es que está al ladito mismo de Salamanca, como si uno fuera de Ponferrada a Bembibre, más o menos. Convido a los presentes (seguidores y seguidoras de este Buscador) que vayáis a este histórico condado y ducado.

Tenía ganas de darme un voltión por Alba de Tormes (qué precioso nombre) para comprobar, entre otras razones, que sigue el brazo incorrupto y el corazón, acaso partido, de nuestra Santa. Mi obsesión y fetichismo me hicieron, en su día -siendo un joven con la ilusión de la rebeldía y el ateísmo, escribir algo sobre este brazo y corazón de Teresita de Jesús. “Análisis diamérico”, lo subtitulé, quizá en un arrebato pedante, influido cómo no por la filosofía buenista (al maestro Gustavo Bueno me refiero). Qué tiempos de delirio y “filosofe”.

alba fotoseEl brazo incorrupto y corazón “partío” de la Santa.

He rescatado, una vez más del arcón de los recuerdos, algún fragmento del texto que escribiera, hace ahora más de veinte años, sobre el brazo y corazón “partido” de Teresita. Y me apetece darle giro en este espacio. Eso sí, lo retocaré como mandan los cánones eclesiásticos… no vaya a ser el “demoi” que se nos cuele de rondón y por la gatera grande, y vaya a parar a donde más nos duela.

Veré cómo lo encaro, con las consiguientes modificaciones y templanzas, que no es cuestión de “auto-censura” sino de presentar las cosas claritas y en su justa medida.

Supongo que el corazón partido no es sino una reminiscencia cinematográfica de "Un perro andaluz", película en la que vemos cómo una navaja secciona el ojo de una mujer (en realidad de una vaca, trucos del séptimo arte). El corte, en nuestra santa, es casi similar (o soñado), pero el móvil real del mismo ha sido ignorado, quizá encubierto hasta ahora (lo cual es mucho imaginar), alegándose no sé qué extrañas “razones” o sin razones, que, quienes nos sentimos ávidos de conocimiento, intentaremos desvelar y hasta revelar, pues también nosotros (en plural mayestático, con fuerza) tenemos nuestra inspiración, divina por cierto, amén de nuestras devociones fotográficas y cinematográficas.

La tesis es la siguiente (qué fuerte): como consecuencia de los místicos éxtasis (valga la redundancia) que se trajera la muy santa, aparte de los teje manejes que tuviera la casta con sus señores jesucristos (también en plural), su corazón se le rompió. Un infarto fulminante, nomás. Algo que ocurre acaso con excesiva frecuencia, sobre todo en nuestra época loca. Para desgracia de unos y de otras… al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas… y me dejaba toda abrasada en amor… que me hacía lanzar gemidos…

Respecto al brazo incorrupto (y siguiendo la misma hipótesis de partida), tengo para mí que con tanto “dalle” que te

pego, el meollo se le tornó de acero… o algo tal que así. Una tontería, tal vez. La de uno, quede claro.

Uno no deja de interrogarse por qué no se han

conservado sus dos brazos incorruptos. ¿Acaso solo uno fue el elegido, cual suele acontecer en estos misterios, o tal vez era el miembro fantasma con el que logró tantos y tales éxtasis? ¿Y qué decir de su retiro espiritual? ¿No es sino un pretexto, un mecanismo defensivo, para ocultar un pasado libídine de “polvo eres más polvo enamorado”? No hay más que echarle un vistazo a la santa que esculpiera Bernini, con esa su pose sensual, propia de una actriz danesa, por ejemplo, a punto de sucumbir a las tentaciones de Satán.

Creo que con estos breves apuntes, ya estaré presto para ir a las extasis santa teresacalderas de Pedro Botero. ¿Se dice así, o ando errado?

Mis ganas por conocer, al menos un poco Alba de Tormes, se han visto recompensadas. Paseé por la ciudad, visité el templo sagrado donde se encuentran el brazo y el corazón de Santa Teresa, comí en Doña Matea, eché incluso una siesta delante del castillo de los Duques de Alba, y regresé a Salamanca contento, pues cumplí uno de mis sueños: alcanzar el cielo a través de la santa.

Que ella me acoja en verdad en su seno.

Manuel Cuenya

Obra de Bernini "Éxtasis de Santa Teresa". Realizada entre 1647 y 1651, por encargo del cardenal Cornaro, para ser colocada donde iría su tumba, en la iglesia de Santa María de la Victoria (Santa Maria della Vittoria), en Roma, donde actualmente se encuentra. Está considerada una de las obras maestras de la escultura del alto barroco romano.

Alba de Tormes