viernes. 19.04.2024

Cracovia (en polaco Kraków), situada a unos setenta kilómetros del campo de concentración de Auschwitz, es, aparte de su pasado terrible, una ciudad con mucho sabor musical, teatral y cinematográfico.

cracoviaCracovia es una de esas ciudades que no deja imperturbable al viajero o turista que busque acercarse al pueblo judío y su música klezmer, al teatro y al cine, a sus museos y garitos nocturnos. Por otra parte, a unos setenta kilómetros al oeste de Cracovia está la ciudad de Auschwitz cuyos campos de concentración siguen provocando espanto en quien decide visitarlos, salvo que ese alguien sea un psicópata que se regodea con el sufrimiento de los otros.

Cracovia y Auschwitz son ciudades marcadas por una historia criminal, pero más allá de este horror, que inevitablemente permanece en el inconsciente colectivo, siguen atrayendo al viajero, sobre todo la hermosa y monumental ciudad de Cracovia (en polaco Kraków).

En mi primera visita a Polonia no llegué a visitar Auschwitz, tal vez porque no estaba preparado para confrontarme con el horror, y preferí quedarme con el encanto de Cracovia. Aquel primer viaje fue en el verano de 2000. Entonces estaba haciendo un recorrido por la Europa del Este, pero no me sentí con ánimos para tomar un día de mi ajetreado viaje y hacer una visita al famoso campo de concentración nazi. Mas en este segundo viaje a Polonia, realizado en el pasado verano de 2005, quise experimentar la sensación que produce visitar un campo de exterminio, en este caso Auschwitz.

La ciudad de Cracovia, que conociera hace unos años, no es ni su sombra la Cracovia actual. Ni siquiera han transcurrido tantos años. Sin embargo, la globalización, que no es más que el imperialismo yanqui dándole por detrás a la Europa del Este, y aun otros lugares del mundo, entre ellos nuestra Europa en crisis, desempleo y desunión, ha logrado con su apantallamiento capitalista transformar Cracovia en una ciudad donde los precios de las cosas se han disparado, y aunque los polacos sigan con su moneda, el zloty, ya no resulta barato alojarse y comer en un restaurante como antaño. Cracovia es ahora una ciudad viva y animada que atrae mucho a los turistas occidentales, entre otros, a los franceses, italianos y españoles. Y hasta podría decirse que, con el paso de los años, el centro de la ciudad, la ciudad vieja o Stare Miasto se ha vuelto algo remilgada.

El turismo occidental, cuyo influjo pernicioso se atisba en el capitalismo gringo, acaba arrasando lo que le pongan por bandera. Sin embargo, Cracovia sigue conservando esa riqueza monumental que embelesa al viajero más allá de sus tiendas fashion y sus restaurantes a la carta, situados en la Plaza del Mercado o Rynek Glówny, y sus aledaños, donde los estirados turistas del Occidente gustan poner sus asentaderas.

Cine y teatro

Durante este segundo viaje a Cracovia aproveché para visitar la Fábrica de Oskar Schindler, el que fuera uno de los lugares de rodaje de La lista de Schindler, cuyo director es Spielberg, que nos cuenta la historia de esta fábrica y cómo este industrial alemán llamado Schindler salvó del Holocausto a miles de judíos del nazismo. Ahora está en proyecto que la fábrica se convierta en un museo de arte moderno. Al parecer, a día de hoy, ya existe como museo (Muzeum Schindlera). Está en la periferia de la ciudad, a la orilla derecha del río Vístula o Wisla, en medio de un lugar gris e industrial. Para visitar esta fábrica se requiere de una reserva previa, que no hice, más la suerte me acompañó, porque me uní a una tropa de turistas ingleses, que decidieron visitarla aquel día. Spielberg no sólo filmó en esta fábrica sino que también lo hizo en escenarios del barrio judío de Kazimierz de Cracovia, en el que hay un museo llamado Galicja, dedicado a la cultura judía. Al principio me sentí como desconcertado con el nombre de Galicja. Luego uno descubre que esta es una región polaca. Sorprendente.

Cracovia, además de una ciudad cinematográfica, es también la cuna teatral de Tadeusz Kantor. En el número 5 de la calle Kanonicza está la Cricoteka: el museo-teatro de Kantor. Uno se siente fascinado con los maniquíes que empleara este director teatral en sus espectáculos. Y se entretiene viendo y leyendo algunos de los textos que escribiera este autor, entre otros Wielopole-Wielopole, ciudad en la que naciera este mago de la puesta en escena.

El mago Kantor

Kantor es una de las grandes figuras teatrales del siglo XX. Conocido como el autor del llamado "Teatro de la Muerte". Artista prolífico, comprometido y marcado por las circunstancias bajo las cuales le tocó vivir pues presenció los horrores que se produjeron en Polonia durante la ocupación nazi en los años 1939-1945. Aunque él no fuera perseguido por los nazis, vio cómo enviaban a su padre, un judío converso, al vecino campo de extermino de Auschwitz, donde murió. Siempre la muerte como protagonista de sus espectáculos. De ahí "La clase muerta" así como "El pequeño manifiesto" y "El Manifiesto de la muerte".

Por otra parte, es Cracovia una ciudad bien animada en noches de blanco satén. Alrededor de la Plaza del Mercado, incluso en la plaza, hay varios garitos en los que pasar la noche bailando salsa y aun otros bailes con sabor hispanoamericano. Es como si a los polacos les entusiasmaran los ritmos latinos. Entre estos bares nocturnos, por los que merece la pena darse una vuelta, están el Music 9 y el Frantic en la calle Szewska y sobre todo el Klub Pod Teatr 38, sito en el Rynek Glówny, un disco pub con mucha marcha en sábados noche hasta altas horas de la madrugada. Es un lugar frecuentado por turistas en busca de diversión y chicas polacas, amables y cariñosas, que parecen desatadas en sus frenéticos bailes.

Tiene esta ciudad los ingredientes necesarios para que el viajero o turista se sienta a gusto y a la vez esté en contacto con la historia y la intra-historia en todos los sentidos.

En Cracovia, sobre todo en el barrio de Kazimierz, suele haber conciertos de música klezmer. Hay grupos bien interesantes como Klezzmates o Kroke, que de vez en cuando ofrecen conciertos maravillosos. Es Kokre uno de los grupos musicales de Cracovia con mayor proyección universal. Su música es una mezcla de estilos diversos, desde los sonidos zíngaros hasta el jazz, aunque su punto de partida sea el klezmer. Estar en uno de sus conciertos en como adentrarse en una de esas ceremonias que te invitaran a entrar en trance hipnótico. Es tal la fuerza de su música que te dan ganas de levitar.

Hacia Auschwitz

Desde Cracovia se puede coger un tren en dirección a la ciudad de Auschwitz, en polaco se escribe Oswiecim. Durante el trayecto entablo conversación con mi compañero de asiento, un señor de unos cincuenta años, con el rostro marcado por la tristeza, que me cuenta, a su manera, la terrible historia de este campo de concentración nazi. El recorrido en tren desde Cracovia hasta Auschwitz, si es directo, dura en torno a tres cuartos de hora.

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