sábado. 20.04.2024

 

A unos 30 kilómetros de Ouarzazate, en dirección a Marrakech, está la mítica y cinematográfica Kasbah de Aït Benhaddou,  declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es una de las fortificaciones (Ksar o Ksour) construidas en adobe mejor conservadas de Marruecos. Para llegar aquí desde Ouarzazate los hoteles suelen proponer taxis, que cuestan en torno a 300 dirhams, unos 30 euros, o más, depende de cómo te perciban, y que uno puede compartir con otros viajeros o turistas. Sin embargo, si uno se busca la vida puede hacer el viaje por unos 15 dirhams, o sea un euro y cincuenta céntimos. Se toma un taxi compartido en la Gare routière hasta Tabouraht, y una vez allí se toma otro colectivo hasta Aït Benhaddou.Para el regreso a Ouarzazate se puede hacer lo mismo y a un precio similar.

La segunda vez que visité esta kasbah lo hice en compañía de dos cariñosas franco-marroquíes, Monia y Nadia, bajo un sol bestial. Se pagaban diez dirhams por la visita, pero merece la pena. Además, siempre te encuentras con alguno de sus habitantes, que hospitalarios te suelen ofrecer té y pastas. Hasta en tres ocasiones he visitado este monumento y sus alrededores.

En este lugar mágico, que semeja una ciudadela o castillo de color ocre, y desde donde se tienen impresionantes vistas, se han rodado algunas de las escenas de El cielo protector de Bertolucci, Gladiator, La última tentación de Cristo o el inicio de la conmovedora Les nuits fauves, de Cyril Collard.

La Kasbah de Tamdaght, a unos pocos kilómetros de Aït Benhaddou, también quedó inmortalizada en El hombre que pudo reinar de John Huston.

Punto de partida a los valles y el desierto

Un viaje a Ouarzazate es en sí mismo atractivo. Pero uno puede visitar, además, los valles u oasis, relativamente cercanos, y el desierto. Los hoteles, así como muchas agencias de la ciudad, proponen al turista o viajero ofertas interesantes para hacer una ruta por los valles del Dra o Drâa y el Dadès, incluido el desierto de Merzouga, y aun el desierto de M’hamid. Uno también puede hacerlo por su cuenta aunque emplee más tiempo, y tal vez menos dinero, todo hay que decirlo. Si uno está habituado a viajar en transporte público, no resulta nada complicado recorrer los valles. También cabe la posibilidad, cómo no, de alquilar algún todoterreno. Y para llegar al desierto te puedes subir a una caravana de bereberes, que generosos te acogerán y te llevarán a sus haimas o bien te dejarán en algún albergue viajero. En la actualidad, no resulta nada difícil llegar hasta el desierto.

En dirección a la ciudad de Zagora, al sur de Ouarzazate, está el valle del Drâa. Hasta llegar a una población llamada Agdz el paisaje es montañoso y árido. Y a partir de aquí cambia el ecosistema y nos encontramos con un valle esplendoroso y salpicado de kasbahs, un alargado oasis de palmeras hasta llegar a Zagora. A pocos kilómetros de Ouarzazate, en esta misma dirección, se puede visitar la Kasbah de Tiffoultoute, que al igual que otras alcazabas, como Aït Benhaddou, ha servido de decorado en películas legendarias como  Lawrence de Arabia o Jesús de Nazaret. También en los desfiladeros del valle del Drâa, en la aldea berebere de Taguenzalt, tuvo lugar el rodaje de una de las historias de Babel del cineasta mexicano González Iñárritu.

En cuanto a Zagora es célebre por un cartel, situado al final de la Avenida Mohamed V en dirección a Tamegrout, en el que puede leerse “Tombouctou 52 jours”. Al sur de Zagora, antes de llegar a Tagounite, en un lugar llamado Aït Isfoul, ya están las primeras dunas. El viajero puede disfrutar de este bivouac, en medio de dunas y palmeras, en compañía de bereberes dispuestos a compartir sus haimas y buen té a la menta para combatir el calor del desierto. Quienes deseen adentrarse en el verdadero desierto, en las dunas de Chigaga, a unos 45 kilómetros de M’hamid, necesitan un todoterreno o bien enrolarse en una caravana.

Por otra parte, se puede recorrer el Dadès, que también nace en el Alto Atlas, y se conoce como el Valle de las mil kasbahs. Desde Ouarzazate se viaja en dirección al oasis de Skoura, y luego a Tineghir (Tinerhir o Tinghir), la principal población de la zona, construida a lo largo de una colina con un refrescante palmeral. En Tineghir abundan los faux guides, guías no oficiales, que intentan llevarte a su terreno, a los hoteles donde ellos perciben comisiones. También es frecuente encontrarte con taxistas mafiosos, que se ponen de acuerdo para cobrarte un dineral por conducirte a las Gargantas del Todgha (Todra). Estas gargantas están a unos 15 kilómetros de Tineghir en dirección a Er Rachidia.

Hay numerosos taxis colectivos pero conviene fijar un precio razonable antes de subirte al coche, que suele ser un Mercedes algo deteriorado. Normalmente, los taxis compartidos tienen una tarifa fija, pero muchos taxistas se aprovechan del extranjero, que desconoce los precios. En Marruecos, por lo general, un extranjero suele pagar lo mismo que cualquier marroquí cuando viaja en un taxi colectivo, salvo que uno quiera pagar dos plazas en vez de una para viajar de un modo más confortable.

Las Gargantas del Todgha, cuyas paredes de más de 300 metros de altura conforman un escenario espectacular, encantan sobre todo a los escaladores, y  sirvieron como decorado natural en Lawrence de Arabia. Si uno quiere quedarse a pernoctar en el entorno, se pueden encontrar varios hoteles, albergues y campings, por ejemplo el albergue La Vallée.

Desde Tineghir uno puede acercarse a Rissani, punto de partida para viajar a las dunas de Merzouga, que una parte del gran Sáhara. Entre Rissani y Merzouga ya existe una carretera o pista de asfalto hasta llegar a las dunas de l’Erg Chebbi, otro decorado fílmico, donde se rodaron escenas de El cielo protector. Cerca de las dunas hay numerosos albergues –se recomienda la Kasbah Le Touareg-, incluso un lago, resulta harto sorprendente, que se puede llegar a ver con agua si uno lo visita en diciembre, por ejemplo, como me ocurriera en mi último viaje.

Manuel Cuenya
 

Ouarzazate Ciudad de cine "II parte"