domingo. 28.04.2024
José María Arias. Un oasis en América. Un viaje al interior de Bolivia.El libro contiene fotografías del autor. Ediciones Tantín. Santander, 2020. 122 páginas, 15 euros.
José María Arias. Un oasis en América. Un viaje al interior de Bolivia.
El libro contiene fotografías del autor.
Ediciones Tantín. Santander, 2020. 122 páginas, 15 euros.

José María Arias lleva a cabo el relato de un viaje, lo cual no deja de ser, también, una metáfora de dos cosas aparentemente dispares, aunque no tanto en lo que a su hondura se refiere: el libro y la vida. Un libro es una forma de viaje, y la vida es el viaje por antonomasia. Ambos son, en efecto, otros tantos viajes en los que, en el caso del primero, viajan juntos el autor y el lector, mientras que en el segundo, sólo lo hace el propio individuo que es autor y actor de su propio existir.

En este caso concreto del libro de José María Arias se trata de un viaje a Hispanoamérica y, más concretamente, por tierras bolivianas. Un viaje-peripecia, una aventura personal en la cual el viajero contacta con espléndidos paisajes y con un paisanaje no menos espléndido. El autor nos narra igualmente la aventura que supone el conocimiento que él va obteniendo de un modo directo y vívido, un conocimiento vital como sólo puede otorgarlo ese libro que es la misma vida viajera o el propio viaje vital.

Un viaje que es la misma vida contextualizada en una naturaleza cuasivirginal, cruda, pero a la vez pura y dura hasta el desasosiego, así como por parte de un paisanaje profundamente entroncado en aquellos escenarios grandiosos en los que el viajero se ve a sí mismo pequeño y a su merced  —acercándonos a la emoción que se siente al enfrentarse a la magnificencia de la Creación —, casi inexistente, precisamente al sentirse en estrecha comunión con lo visitado y conocido.

Es, pues, el relato vivo de un viaje casi espontáneo, improvisado  —en cuanto a la dirección que tenía que tomar y los lugares que conocer— sobre la marcha. Por eso es un viaje con el cual el lector se identifica desde la primera página, al sentirse éste cómplice directo con lo que el autor le cuenta. Y éste, en efecto, nos cuenta sin retórica alguna sus impresiones primeras y únicas, que son las que valen, para que el lector se encargue por su cuenta y razón de prolongarlas más allá del punto en donde el autor las dejó.

A través de la lectura de Un oasis en América disfrutamos de la forma, el estilo narrativo, que el autor, con su ágil escritura, a modo de pinceladas rápidas sobre el lienzo, va entretejiendo en su relato como impresiones fugaces, pero imperecederas en la memoria por la intensidad de su presencia.

El uso cuidado y rico de nuestra lengua ayuda mucho a esa transmisión de emociones verídicas que buscamos los lectores. Dicho de otra forma, es como si el autor pintara un paisaje con estilo impresionista, o como si un fotógrafo tomara fotos al vuelo de la infinidad de imágenes que va sucediendo delante de sus ojos, pues en realidad el autor no se involucra como un personaje más, sino que tamiza a través del alma lo que va experimentando, siempre desde su posición subjetiva, cargada de espiritualidad y emoción —eso sí—, pero como desde la posición de cámara oculta en el cine.

Eso es lo que hace tan especial el libro de viajes a Bolivia: la mirada tan personal e íntima, cargada de reflexión desde el interior del sujeto con el que describe todo. Realmente, recomiendo la lectura del libro y de paso animo al autor a seguir escribiendo y entregándonos pequeños tesoros como esta obra que acaba de presentar.

 

María de los Ángeles Fernández

Profesora de español en Miami-Dade Public Schools, Estados Unidos

 

Bolivia o la magnificencia de la Creación